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El Amaranto Contrarrestra Enfermedades Hepáticas

El hígado tiene a su cargo la responsabilidad de realizar más de 500 funciones distintas dentro del organismo. Contar con un hígado sano es el mejor guardián de nuestra salud. En esta tarea, el amaranto es recomendado para ayudar a combatir algunas enfermedades hepáticas.

El amaranto es una de las principales fuentes de proteína de alta calidad, minerales, vitaminas y aminoácidos, además de poseer un alto contenido de fibra. Por estas cualidades este alimento de origen vegetal ha sido recomendado ampliamente en pacientes con insuficiencia hepática, puesto que numerosos estudios clínicos han demostrado el poder de esta planta para controlar la encefalopatía hepática.

El hígado tiene a su cargo la responsabilidad de llevar a cabo más de 500 funciones distintas dentro del organismo, por ello, es tan importante cuidar esta parte de nuestro cuerpo, y sobre todo consumir alimentos adecuados para el correcto funcionamiento de este órgano y así evitar enfermedades hepáticas de consideración.

En esta tarea, el amaranto es uno de los productos de origen vegetal más completo para la alimentación humana y representa una de las fuentes más importantes de proteínas, minerales, vitaminas y aminoácidos, además de ácido fólico, niacina, calcio, hierro y fósforo. Por todas estas cualidades, está considerado como uno de los productos más promisorios para cumplir la función de “producto nutracéutico” o “alimento funcional”, debido a los enormes beneficios que ayudan a mejorar la salud del cuerpo humano.

Dentro de las principales características de los alimentos nutracéuticos encontramos que su consumo no posee efectos nocivos, tienen propiedades nutritivas y beneficiosas para el organismo y, a la vez, disminuyen y previenen el riesgo de contraer enfermedades, además de que mejora el estado de salud.

El efecto benéfico de los alimentos funcionales se debe a que con su consumo se incrementa la producción y absorción de vitaminas y minerales que requiere el organismo. También presentan actividad antimicrobiana, son hipocolesterolémicos y ayudan a equilibrar la flora intestinal, protegiéndola de bacterias nocivas y de toxinas, como también, refuerzan las defensas naturales.

El Hígado: un órgano que no descansa nunca

El hígado es una glándula del Aparato Digestivo que está situado bajo el diafragma, en la parte derecha. Su peso es de 1,5 a 2Kg, es de color rojo oscuro y está compuesto por numerosos canalículos cuyas células apriétales se encargan de segregar la bilis. Por ello, en caso de una insuficiencia renal crónica puede ser útil el Amaranto, pues contribuye a incrementar el aporte de aminoácidos esenciales.

Este órgano tiene distintas funciones en nuestro cuerpo, conozcamos algunas de ellas.
El hígado se encarga de purificar la sangre, es decir, hacer que ésta pierda muchos elementos nocivos que luego se transforman en colesterol. Además almacena los azúcares que llegan por medio de la digestión en forma de glucógeno, que el organismo se encarga de consumir después, según sus necesidades. También fabrica y segrega la bilis, como se mencionó anteriormente.

Pero luego de la digestión existe todo un proceso. Los azúcares que se acumulan en el hígado como glucógeno, pueden volver a transformarse en glucosa, que constituye un combustible para la vida de todo ser humano. Por ello, es indispensable contar con una cantidad suficiente de azúcar en nuestro organismo para llevar una vida activa.

El hígado es la mayor y más pesada de las vísceras. Además, es el que puede presentar mayores diferencias de un individuo a otro, puesto que se va desarrollando conforme pasan los años. Así tenemos que en la edad adulta alcanza los 1.500 gramos de peso, pero a partir de los 50 a 60 años, reduce su tamaño y llega a pesar entre 800 y 1.000 gramos. Pero en realidad, y debido a la enorme cantidad de sangre que absorve en nuestro organismo, llega a pesar hasta 2.500 gramos.

Todas estas razones nos llevan a pensar que contar con un hígado sano es el mejor guardián de nuestra salud. Por esto hay que evitar sobrecargarlo con una alimentación excesiva e inadecuada, teniendo siempre en cuenta que todas las impurezas y desechos que contiene el torrente sanguíneo son destruidas sistemáticamente por el hígado.


A la hora de cuidar el hígado…

Como hemos visto, este es un órgano que necesita tratamiento especial. Todo medida que se tome para evitar su disfunción es insuficiente, tomando en cuenta que nos sirve para toda la vida.

Las enfermedades hepáticas en el ser humano son las que tienen peor solución y suelen dejar consecuencias duraderas. Por eso es necesario mantener una vida alimenticia ordenada y metódica, teniendo especial cuidado con los horarios de las comidas. Además, se recomienda dormir lo necesario (8 horas diarias). Beber abundante agua, sobre todo fuera del horario de comidas. En caso de llevar una vida demasiado sedentaria, es aconsejable pasear una hora como mínimo o realizar ejercicios físicos en horas de la mañana.

Consumir productos naturales. De hecho, los alimentos son el pilar fundamental de nuestra salud, e incluso pueden servirnos de remedio. Entre estos alimentos con enormes propiedades curativas se encuentra el amaranto que ayuda a tratar algunas enfermedades hepáticas.

Otra de las enfermedades que ataca al hígado es la cirrosis hepática y se debe al excesivo consumo de alcohol y llega a producir graves transtornos en el proceso digestivo. Esto afecta a las paredes del estómago y se producen las conocidas úlceras.

Pero quién no ha oído hablar del colesterol. Esta sustancia se encuentra en las grasas de animales y en la bilis y es la responsable de los cálculos o piedras que se forman en la vesícula. Cuando la retención de la bilis es excesiva, y la vesícula llega a inflamarse, el colesterol se deposita en el fondo y forma pequeñas piedras que producen cólicos muy dolorosos y que se extraen mediante una operación quirúrgica.

Para mantener en buen estado el hígado es aconsejable ingerir frutas frescas, cereales, patatas hervidas, ensaladas frescas, aceites vegetales, miel de abeja, pescado. Es importante recordar que este órgano no resiste las grasas en exceso, por eso es aconsejable llevar una dieta rica en fibras y baja en grasas.

Como sabemos los alimentos producen una energía que se puede medir en calorías. Por ejemplo, en una vida sedentaria se calcula que un adulto de unos 70 Kg de peso debe comsumir entre 1.500 y 2.200 calorías diarias. En cambio si se lleva a cabo un trabajo fuerte como el que realiza un agricultor, un atleta puede llegar a necesitar entre 3.000 y 5.000 calorías.

Habitualmente, se considera que la necesidad media de calorías puede cubrirse consumiendo alimentos en la siguiente proporción: proteínas 200g que equivalen a 800 calorías; lípidos o grasas 70g que equivalen a 630 calorías; glúcidos 100g que equivale a 400 calorías. Esto suma un total de 1.830 calorías que es la cifra promedio que necesita nuestro organismo.

El Agua: un elemento fundamental

Si bien los alimentos nos proporcionan la energía que nuestro cuerpo necesita existen tres componentes igualmente importantes en las funciones de nutrición: oxígeno, agua y alimento naturales. El primero llega a través de la respiración, pasa directamente por las células de los tejidos para quemar los alimentos y liberar la energía necesaria.

Otro elemento imprescindible es el agua que constituye el 65% del peso del cuerpo humano, y es el tercer componente de nuestro organismo, además los alimentos naturales que aportan sustancias muy valiosas.

Pero es importante recalcar que gracias al agua el organismo puede eliminar sustancias de desecho como la orina y el sudor, y regular la transpiración. Así, el ser humano precisa de aproximadamente 35g de agua por Kg de peso al día. Esta relación se incrementa en climas secos donde se establece un promedio de 1,51 por Kg al día.

¿Cómo ayuda el Amaranto en las enfermedades hepáticas?

Como se mencionó anteriormente, el perfil de aminoácidos que contiene el amaranto sumado a la alta digestibilidad de su proteína y contenido de fibra, ayudan en las dietas especiales que deben cumplir los pacientes con insuficiencia hepática, así como también, varios estudios científicos determinan que existe la posibilidad de controlar la encefalopatía hepática mediante el uso de esta planta de origen prehispánico.

Es conveniente hablar sobre las encefalopatías hepáticas para ver cómo se aplica el amaranto en este tipo de enfermedades.

Tomando en cuenta los estudios médicos, las encefalopatías hepáticas comprenden un conjunto de transtornos neuropsíquicos que están en relación directa con las afecciones del hígado. Esta disfunción se observa principalmente en el curso de hepatitis víricas, tóxicas o medicamentosas, y también en el curso de la cirrosis. Por ello, es necesario tomar en cuenta los cuidados del hígado, citados anteriormente, para prevenir estas enfermedades.

Ya que nuestro hígado es un órgano tan sensible y delicado debemos fortalecerlo y ayudarlo en sus funciones, consumiendo alimentos que nos ayuden a mantenerlo sano.

Las fibras alimentarias, por ejemplo, son largas moléculas químicas que pertenecen principalmente a las paredes de las células vegetales y que nuestro organismo no es capaz de digerir. Sus funciones son importantes como absorber el agua, aumentar el volumen de las heces, acelerar el tránsito intestinal, eliminar el colesterol y sales biliares, disminuir la cantidad de glucosa y ácidos grasos, eliminar sustancias cancerígenas, entre otras.

El amaranto es un producto rico en fibra, superando incluso el contenido de otros cereales comunes como el trigo, la cebada, el arroz. Un alimento balanceado que además cuenta con otro componente esencial llamado, ácido aspártico que ayuda a desintoxicar el hígado y contribuye a un buen funcionamiento. El ácido L- Aspártico se combina con otros aminoácidos formando moléculas capaces de absorber toxinas del torrente sanguíneo.

Pero no sólo ayuda al hígado, sino que también facilita las funciones del aparato digestivo. El amaranto posee almidón que ocupa el 30% del grano, donde reserva una importante proporción de las proteínas y lípidos. Las reducidas dimensiones del gránulo de almidón del Amaranto facilitan la digestión, que resulta de 2,4 a 5 veces más rápida que el almidón de maíz.

De esta forma, el amaranto con todas las proteínas y propiedades que posee ayuda a contrarrestar las enfermedades hepáticas, y su uso es cada vez más recurrente.